31 de julio de 2008

Mi papá ya es licenciado!

No condeno a quienes lo hacen, porque cada quien expresa su orgullo propio y hacia los demás como bien le salga. Pero siempre me ha parecido una necedad eso de escribir con griffin en el carro mensajes como "mi hija ya es TSU", "mi sobrino es licenciado", "mi nieto pasó a tercer nivel", y demás especies del ramo. Ojo, tampoco desmerezco los logros de nadie. No me malinterpreten.

De repente a los demás también les parece cansona la manera en como yo celebro las cosas de mi hija; compartiendo pequeños videos a toda mi lista de contactos, como si ninguna otra niña del mundo hubiera hecho las mismas gracias. Pero bueno, como dije antes, cada quien expresa su orgullo de la mejor manera. Y bueno, eso está muy bien, pues. Mi asunto es con el griffin en los carros.

Sin embargo, ayer en una cola me llamó la atención el mensaje particular de esta camioneta: "MI PAPÁ YA ES 1 LICENCIADO"... Contrariamente a lo que esperan, dada mi introducción, este me causó mucha gracia, y de buena manera. Ustedes me dirán. Pero me parece que lo culturalmente común en nuestra sociedad, es sentir orgullo hacia los que vienen detrás, y que de repente aprendan y hagan las cosas mejor de lo que uno ya tuvo la oportunidad de hacer, como si nuestra descendencia tuviera el deber moral de alcanzarnos. Pero ¿y al revés?

Se repente este papá ya ha escrito con griffins mensajes parecidos sobre sus hijos (no sé, no los conozco, estoy especulando). De repente este hijo ya pasó sus estudios, que seguramente le fueron financiados por su padre, y ahora que su papá llegó al mismo punto, el hijo valora su esfuerzo y es una manera de reconocerle, además públicamente. Y creo que es muy bonito sentir que tus hijos estén orgullosos de ti, y no solo esperar que uno se sienta orgulloso de ellos. Eso nos pone en el mismo nivel. Por eso, este mensaje de griffin no me pareció una necedad, sino al contrario, una reinvidicación necesaria.

Inmediatamente, eso me hizo pensar en mis padres... y en mi hija. Y me hizo sentir muy bien.

16 de julio de 2008

Mi derecho irrenunciable al... ey, por favor, ¿puede hacer silencio?

Vengo saliendo del acto de fin de curso de mi hija de dos años. Como el preeescolar no tiene espacios para esto, alquilaron un salón de fiestas y espectáculos del colegio de abogados y allí pusieron sus sillas, adornaron con globos todo el local, muy bonito todo. Por supuesto había gente hasta las patadas, y el local tampoco era una sabana. Yo fui con mi esposa y mis suegros. Sofía iba a bailar "el Rock de la Cárcel", con una falda jean, una franela rosada y unos lentes oscuros de lo más "fachion" que le compramos ayer para el acto.

El rollo fue que desde que llegamos hasta que me fui, cuanto papá y mamá que fueron (creo que a lo mismo que yo: ver a sus hijos bailando) se dedicaron a hacer bulla, conversar, estorbar el paso y la vista de todos los que estábamos sentados y con ganas de ver lo que habían preparado para nosotros nuestros chamos. No importa cuántas veces la directora o la maestra que dirigía el acto pidieron silencio y orden. No importa cuántas veces amenazaron con suspender el acto (al mejor estilo de cuando estaba en bachillerato). En fin, no disfruté nada, porque todo el tiempo estuve viendo, irritado hasta el stress, cómo la gente hablaba y hablabla, sin importar lo que estaba pasando.

Si fuera el único lugar en el que hubiera presenciado eso, uno dice... bueh... Pero es algo terriblemente común. Uno va al cine y hay que estar pidiendo silencio a cada rato. Uno va caminando por la acera y están tres buhoneros, un o detrás de otro, con tres cornetas tocando músicas distintas compitiendo a ver cuál suena más duro (como si uno fuera a comprarles por la bulla). Una vez, manejando, llegó a darme mareos el retumbar del bajo de una camioneta con changa, que ya a tres carros de distancia lo escuchaba y en un semáforo se me puso al lado y desde allí no se despegó sino hasta una cuadra antes de mi casa.

No soportamos el silencio. Le tenemos miedo al silencio. No sé cuál sería una explicación científica al caso, pero creo que lo resumiría así: le tenemos pánico. Eso incluye hacer silencio para escuchar a quien nos está diciendo algo a nosotros (valga la redundancia, pero es a propósito).
Cada caso tiene sus particularidades, cierto. Pero en todos los casos, siempre me parece un irrespeto al espacio y tranquilidad de los demás, y al derecho que tenemos de disfrutar una actividad en paz; sea una peli en el cine, una conferencia interesante, manejar poniendo atención a la calle, ver a mi hija bailar... etc.

Lo otro que me llama siempre la atención, es que nadie se queja de tal "invasión". Cuando uno reclama su derecho al silencio, entonces uno es el trasgresor y desubicado (aunque los demás también puedan estar hasta la coronilla del ruidito ajeno).
De repente es verdad, los demás tendrán razón, y yo seré un amargado antisocial, jajaja. Pero amargado y antisocial me niego a declinar mi derecho al silencio. Es un derecho que estoy obligado a reclamar siempre, ¡AUNQUE SEA A GRITOS! ¿Quién se unirá a mi causa?

15 de julio de 2008

Yo escojo, tú escoges, ellos deciden.

No sé si estoy de acuerdo con el asunto de las candidaturas únicas, ni en la oposición ni en el chavismo, porque creo que en el fondo sigue siendo reducir el asunto electoral a asegurarse cuotas de poder (o espacios de poder), y nos aleja (o a mí, en todo caso) de la posibilidad de elegir a quién quiero apoyar, a qué proyecto de ciudad o estado quiero apoyar. El afán de las candidaturas únicas me pone en la única posibilidad de "estar a favor" o "estar en contra de"... ¿Chávez, para variar?

Y no dudo que entre el mar de pre-candidatos haya gente con ideas y con proyectos que valga la pena intentar. Otros, ya lo escribí en otro post, estarán viendo un guiso. Pero, por el lado del chavismo (por mucha elección primaria que hayan hecho, hay resultados que son difíciles de "comer"), o por el de la oposición (¡por encuestas! Como dice mi abuela: "Miénteme, que me encanta...") la cosa se convierte casi en un concurso de popularidad que se diferencia muy poco de una elección de centro de estudiantes en bachillerato.

En un país que está "caminando a la madurez" política, ser candidato debería ser por un lado un asunto de libre conciencia. Cuántas personas en la oposición tengan un proyecto de gobierno viable, preséntelo al país, a la ciudad, y que la gente decida. Busque una estrategia de comunicación para que la gente se entere y adelante! Porque esta oposición es tan variopinta, que es prácticamente imposible (y tampoco creo que sea LO deseable) que haya un proyecto y una visión única para ofrecer.

Además, lo de la libre CONCIENCIA, debería indicarle a quien no tiene un verdadero proyecto viable que es mejor no lanzarse, y darle espacio a quienes sí. Lo que en ventas decimos: "no dañar el mercado", pues, que en definitiva es lo que lamentablemente han venido haciendo nuestros politicones.

Creo que esa unidad no será posible en muchos lugares. Creo que lo de las candidaturas únicas no es un discurso que nos creamos los venezolanos. Y definitivamente creo que la solución política de nuestro país, de nuestro estado o nuestra ciudad no está en un único nombre que pueda contra el chavismo, o viceversa. Creo que hasta que no tengamos claridad en las propuestas, y que esta pueda ser representada en alguien comprometido con nosotros y no con unos porcentajes o antagonismos partidistas, da igual si se lanza uno o miles. A la final quienes escogemos no somos nosotros.

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