2 de noviembre de 2009

"Y el loco soy yo!"... decía el merengue aquel.

Hoy me pasó algo realmente difícil de procesar, incluso en toda esta situación-de-país que todos los días se bate a duelo con nuestra capacidad de asombro. Resulta que mi urbanización tiene dos acesos desde la avenida. Uno de ellos tiene dos portones, uno de entrada y uno de salida, y que es para los propietarios que pagan condominio. El otro acceso, a escasos 500 metros, es de brazos y permanece abierto la mayor parte del tiempo, porque hay un centro educativo. Pues resulta que últimamente se ha vuelto costumbre en el acceso de propietarios que la gente usa el portón que esté abierto, sobre todo quienes no tienen control, causando no más de una incomodidad a quienes lo usamos en las direcciones correctas.

Por eso hoy al mediodía llegaba del trabajo y abro mi portón de entrada, y cuando estoy a mitad de portón una señora en un carro gris se detiene delante de mí para "salir por la entrada". Yo todavía le abro con mi control el portón de salida, para que salga sin problema, y le hago seña para que salga "por la salida". Mi sorpresa es que la señora me dice (por señas) "¿Por qué? Ella iba a salir por por allí (por la entrada)". Pensé que no había entendido y todavía le hago seña con el control que la "salida" estaba abierta. Pero no.

Ya me desencajaba la señora, que me veía con esa cara que traduce "Este hijueputa me abre el portón de salida cuando yo lo que quiero es salir por la entrada". Yo que pude haber sido realmente "hijueputa" y no abrirle ningún portón y mandarla directamente al otro acceso. Pero no. Entonces, aprieto el botón del control una vez más, para que la salida se abra de nuevo y le hago seña para que entienda, porque la cosa ya era personal. No podía creer que esta señora no entendiera que le estaba haciendo la cortesía de abrirle el condenado portón de salida para que ella saliera!!! (lo repetitivo es adrede). Y he aquí que a la doña no se le ocurrió otra cosa que sacar un estuche de maquillaje y ponerse colorete en los cachetes!!!

Entonces, adelante tan solo un poco para que el portón de entrada pudiera cerrarse, y esperé a que el portón de salida también se cerrara. Luego me acerqué lo suficiente a la puerta del carro de la señora y le dije bien fuerte, seguro de que me oyera: "Por malcriada y bolsa ahora va tener que dar la vuelta hasta el otro acceso, para que aprenda". Me monté en mi carro y avancé hasta mi edificio. No sin esperar un tiempo a ver cuánto tardaba el carro en pasar. Efectivamente 2 minutos después el carro gris de la señora pasó frente a mí en dirección al otro acceso. Presumo que no llegó más nadie a entrar "por la entrada".

Creo que el punto está claro. Cada vez nos importan menos las normas. Querer hacerlas cumplir es incluso más difícil. Porque además es un signo de debilidad para el que la infringe: todo el mundo lo puede hacer y ahora viene este a decir que no yo no puedo. Debe ser por eso que la señora del carro gris no aceptó la cortesía de que le abriera el portón. Lo que preocupa es que si no somos capaces de seguir las más básicas y mínimas normas de convivencia en nuestra comunidad, y no caer en cuenta de ello cuando un vecino nos llama a capítulo... ¿qué estamos esperando de nuestras autoridades y gobernantes?

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