20 de julio de 2010

¡¡¡Cambiadores del país, uníos!!!

Llegaba ahora a casa y en el estacionamiento del edificio veo a un grupo de chamos de bachillerato, y a pocos metros de donde estaciono mi carro está uno de ellos, medio escondido por un árbol no muy grueso, orinando la pared. Como no es la primera vez que algún amigo de vecino (de bachillerato o bastante más grande además) utiliza la pared del estacionamiento como "aliviador de urgencias", me bajo y voy hacia el grupo a esperar al "orinón", que se tardó más para sacudirselo, guardarlo y caminar de vuelta que borracho despidiéndose.

Luego de un cordial "buenas tardes", la pregunta obligada era saber si el amigo tenía algún problema de esfínteres que justificaba no haber ido al baño de la casa del vecino en un tiempo no mayor de un minuto que era el lugar más apropiado? La primera respuesta del vecino, instintiva como cuando uno lucha por la supervivencia, con los ojos moviéndose rápidamente buscando una ruta de emergencia: "Sí, yo le dí la llave de la casa para que fuera, pero no sé por qué no fue". Antes de que pudiera decirle que igual iba preso, otro de los compañeros tomó la palabra y respetuosamente dijo: "Señor, usted tiene razón, no es el lugar y no hay excusa. Disculpe." Acepto la disculpa y les comparto un par de palabras sobre cuidar el lugar que nos es propio y me voy.

Recordaba que cuando trabajaba en los talleres de ALER compartiendo temas de Comunicación y Desarrollo, un punto central del enfoque era el amor por el lugar. El amor por el lugar no era ese argumento -en muchos casos llega a ser un cliché- de que se está en el mejor país del mundo, sino que el simple hecho de que es el lugar donde se vive, donde tenemos que salir adelante, criar a nuestros hijos, etc. vale la pena cuidarlo y participar activamente para que sea, si no el mejor lugar del mundo, sí el mejor lugar posible. Por supuesto, resumido en 2 líneas.

No es la primera vez que lo digo, pero cuando nos quejamos de los gobiernos, de los políticos, del alcalde o de la junta de condominio, ¡y rogamos al cielo para que los cambien para que todo se arregle! perdemos de vista que nosotros también somos "parte del paquete"... que hay que cambiar. Creo que algo urgente es cambiar nuestro sentido de pertenencia al lugar, al más cercano, a nuestra casa y los espacios que compartimos con los vecinos. ¿Cómo permites que un amigo venga a orinarte las paredes de TU edificio? ¿Cómo le permites a un amigo que deje las botellas de cerveza tiradas en el jardín que es TUYO y de TUS vecinos? Y podríamos seguir preguntando...

Una vez que superamos eso, ah, entonces comenzamos a querer otros espacios, y tenemos una conciencia real de cómo y por qué exigirle a la junta de condominio, al alcalde, a los políticos, al gobierno que cuiden al edificio, la ciudad, al país. Porque los cambios no van a venir por decreto desde arriba. Podrán venir mejores leyes y políticas, pero eso de nada sirve si nosotros mismos no cambiamos nuestra relación con el lugar donde vivimos, desde detalles como éste del amigo "orinón" de mi vecino.

¿Podemos comenzar cambiando eso?

PD: La escultura es del checo David Cerny en República Checa, tomada de http://www.taringa.net/posts/arte/3175091/20-Curiosas-Esculturas.html

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