24 de agosto de 2008

¿Me puede repetir la pregunta, por favor?

En las escuelas de periodismo, en cualquier materia que incluya "la entrevista" entre sus temas de estudio, siempre dirán que cuando un entrevistado te responda con un "¿Me puede repetir la pregunta?" es porque estuvo mal formulada por el periodista, ya sea por larga, porque la redacción es complicada, y unas cuantas razones más. Si no te responden con el "repítame la pregunta" uno corre el riesgo de que el entrevistado, en un legítimo ejercicio de creatividad, decida contestar cualquier cosa que le provoque decir, así no tenga nada que ver con lo que uno quería saber. En todo caso, la culpa es de uno, del que hace la pregunta.

Pero no sé si se han dado cuenta que sin ser periodistas ni invitados, la gente tiene la mala costumbre de no contestar directamente nuestras preguntas cotidianas. Mucha gente decide no responder tu pregunta e iniciar otra línea de conversación. Por ejemplo, "Oye, te gustaría ir a la función de cine de las 7, o de las 9?" y responden "Mmmm, no sé a qué hora salga del trabajo". Aquí el interlocutor no responde directamente la pregunta... sino que abre otra puerta distinta con un poco de charada. Si usted decide entrar en ese juego y tratar de descartar por su cuenta "Entonces, ¿mejor vamos a las 9?" es muy probable que reciba como respuesta "¿Vamos a ver la de Angelina Jolie, verdad?", por ejemplo, como si la protagonista de la película trajera implícita la hora de la proyección. ¿Qué cuesta responder de una "Sí, a las 9", o "No, a las 7 no hay problema", incluso "No, mejor lo dejamos para mañana"?

Pero vayamos más lejos. Usted responde que sí, es la de Angelina Jolie, y su interlocutor será capaz de decirle, "Dale, sí, vamos a ver esa"..."Y a cuál función entonces? -A la que sea, me da igual". Usted, tomando en cuenta el dato del trabajo y tal, decide comprar la de las 9pm. por si acaso. Cuando tienes las entradas en la mano, llamas para confirmar que la película es a las 9pm, y la otra persona tendrá la osadía de decirte "Ah! a las 9.. Yo te iba a decir que mejor compraras para las 7..." ¿Por qué no contestó cuando se le preguntó?

Es el ejemplo que se me ocurre ahorita, pero estoy seguro que si lo trasladamos a cualquier conversación tendremos resultados parecidos. No sé si es que no nos escuchamos (o leemos, también pasa en chats, emails). O es un complejo de poder social (responder tu pregunta me coloca en una posición inferior, así que no respondo porque yo no soy menos... esto es por supuesto, inconciente). O simplemente nos importa un pepino todo. A veces, incluso puede ser desconocimiento sobre lo que debemos responder (vamos que no es el ejemplo del cine que puse arriba, que era de preguntas muy sencillas), por lo cual acudimos a la "técnica de Jaimito" en el chiste en el que la maestra les manda a estudiar los animales, y Jaimito solo se estudia el "gusano" y cuando la maestra le pregunta por el "elefante", el niño responde "el elefante es un animal que cuando se muere le salen gusanos, y el gusano es un animal chiquito y alargado, que se arrastra... " y por allí entonces modifica la pregunta a su conveniencia, algo común en los exámenes académicos.

Carlos Castilla Del Pino, un tipo mucho más serio que Jaimito, por supuesto, tiene un libro medio enrredado de leer pero muy ilustrativo sobre "La Incomunicación", en el que habla de lo negativamente importante que es todo aquello que no se comunica cuando uno habla con otras personas -incluso insinúa que es más relevante que aquello que sí comunicamos-. No responder una pregunta sencilla y directa de alguien con quien conversamos puede generar una serie tan variable de sobreentendidos (y por ende, probables malentendidos) que son capaces de arruinar por completo una conversación productiva. Ni se diga cuando estas situaciones se dan en el campo de trabajo, donde una respuesta directa puede ser la diferencia abismal entre un trabajo bien hecho y a tiempo, y uno hecho en mil quinientos años y que no satisface a quien lo pide. Añádale la desmotivación de quien hace el trabajo.

En fin. Comunicación efectiva. No cuesta nada...

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