17 de marzo de 2010

Cosas que extraño del cine...

Vamos, gente mala conducta en el cine siempre hubo, y hay que decir que antes eran peores. Los multicines, por alguna razón, acabaron con las patotas de adolescentes que en mis tiempos hacían guerra de cotufas y papel toilette durante la proyección. Lo más salvaje que recuerdo en un cine de Puerto Ordaz, en el viejo Cine Altamira, fue un osado que explotó un cohetón que gracias a Dios no dejó nada qué lamentar. Sin embargo, algo que extraño profundamente es la figura del vigilante de sala. El vigilante de la sala, que podían ser varios, ayudaban a ubicar a la gente cuando la película ya había comenzado y no se veía con claridad cuáles o cuántos puestos estaban libres. Pero también aparecía cuando el desorden se salía de lo normal. Iba con la linterna y alumbraba al fastidioso y le pedía orden; si la persona insistía, pues iba una segunda vez acompañado de un personal de seguridad y lo sacaban de la sala (aplausos de la gente incluidos).

Pero el concepto de "autoridad" en este país está en crisis desde hace mucho, y esta crisis está validada desde cualquier flanco. La figura de autoridad que solía ser el vigilante de sala ya no existe. Lo cual no quiere decir que no haya "gente encargada de la sala". Ahora son un par de chamos cuyo mayor trabajo es verificar los tickets para entrar y al final recoger la basura y limpiar la sala. Sin contar que a veces es a ellos mismos a quienes hay que pedirles un poco de silencio, pues entran a mitad de función gritándose unos a otros, jurando que en la sala nadie los escucha (pues sí).

Sí bien lo más de lo que nos podemos quejar ahora es de la gente que habla a todo volumen, que recibe y hace llamadas por celular, que va comentando la película como si los demás no la estuvieran viendo, etc. la verdad es que siguen siendo molestos, pero ahora "el cine" no hace gran cosa. Y aunque es muy buena la iniciativa de los videos instruccionales al inicio de la proyección, nadie, nadie le para a Trece ni a Sabrina Salvador. Se me ocurre que la gente le prestaría más atención a alguien de carne y hueso que pusiera orden. No cuesta nada asignar a uno de estos chamos "encargados" por función, con instrucciones muy claras de cuándo y cómo actuar en caso de que algún ocioso le dé por molestar sistemáticamente.

Para eso hace falta educación, primero al propio personal encargado de las salas, luego al público, no solo para que colaboren con el buen comportamiento, sino también para exigir respeto, de buena manera y todo, pero exigir, y si fuera necesario, pues pedir apoyo a esta persona encargada en la sala. Incluso establecería como norma que el encargado le dijera al público antes de comenzar que estará allí en la sala para eso y se pusiera a la orden, y que eso es un derecho que uno adquiere cuando compra la entrada, no es un favor.

Lo cual nos lleva al punto de la falta de (educación para la) gerencia de las salas de cine, que creen que la entrada solo incluye la proyección de la película y la butaca. Pues es más que eso, seguro. Y un buen gerente lo sabe, y debería garantizar esas dinámicas que harían nuestra "experiencia cinematográfica" mucho más grata.

En serio, no es mucho pedir.


1 personas osaron a comentar este artículo:

Anónimo dijo...

Pues sí, la gente en el cine hace lo que le viene en gana, y los empleados nada que ver, ni que la entrada fuese barata =.=.
Le comento, la otra vez me tocó ver un súper espectáculo en la butaca de enfrente, una parejita bien joven con las hormonas evidentemente alborotadas en plena sala de cine...Nada lindo.

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