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21 de septiembre de 2010
Tecnología malcriada: Frankenstein a la mano
Esta mañana vi a una mujer entaconadísima bajar las escaleras del centro comercial con un bebé en brazos, de unos 3 meses máximo. Y la mujer no solo bajaba las escaleras, sino que además iba con la mirada dividida entre los escalones que difícilmente veía y el celular en el que escribía algo. Me dio terror la imagen, ¿cómo acabaría la escena si la mujer "pelaba" un escalón? ¿Qué podría haber sido tan importante que no podía esperar a llegar a planta? Tan peligroso bajar las escaleras con bebé en brazos mientras escribes en el celular como cuando escribes en el celular mientras manejas. Las consecuencias pueden igual de catastróficas. Y la mujer lo sabía, pues cuando pasé a su lado atajé el comentario que le hacía a su amiga: "..me da un pánico que me pase lo que una amiga que se cayó...".
Y entonces uno se revisa un poco y se da cuenta que una herramienta tecnológica maravillosa como el celular se vuelve contra uno. Es nuestro Frankenstein moderno: la tecnología que se apodera de nosotros y de nuestra voluntad. Como en la película Matrix, Neo se preguntaba cómo había sido que las máquinas comenzaron a utilizarnos a nosotros cómo herramientas? Viendo a esta mujer luchando con los tacones, la escalera, el bebé en brazos y el celular pensé... así comenzó. Y me confieso, yo también he sucumbí alguna vez a la idea de escribir un SMS muy breve mientras camino, o manejo, de esos de "sí" o "no". ¿Qué daño podía causar? Respuesta obvia.
Se me ocurre que podemos, si lo pensamos tan solo un poco ponerle límites a la tecnología, cómo se los ponemos a nuestros hijos cuando nos solicitan atención en momentos en los que estamos realmente ocupados, y les decimos "No hijo, más tarde, ahora no puedo". Mientras estamos en marcha en el carro y suena el aviso de mensaje, podemos esperar a detener el carro en nuestro destino (Nota mental: superar la tentación del semáforo rojo). Mientras atendemos a un cliente, podemos esperar a que terminemos con todos los clientes (¡medidas extremas e impopulares!), y otros tantos ejemplos, que puden resultar cliché, pero aún posibles.
Es el tema de la "obligación a estar disponibles", de la que hablaba Renny Gleeson en aquella charla TED sobre trucos antisociales con celulares. Nada es tan urgente que no pueda esperar un par de minutos, quizás 20. Nadie nos retirará de su lista de amigos si no atendemos una llamada o devolvemos un mensaje inmediatamente si estamos en una actividad que requiera nuestra total atención. No los perdimos en los años en los que el celular no existía, no los perderemos ahora. Más importante que eso, es más seguro no estar tan disponibles y darle a la tecnología su puesto, y no convertirnos nosotros en la herramienta... como con los niños malcriados.