9 de enero de 2010

Varias cosas... (I)

Ayer me encontré con un amigo haciendo la cola para hacer la revisión del carro en la inspectoría de tránsito. Mientras esperábamos nuestro turno, me contaba del episodio en el que le robaron su carro, y una semana después 4 policías lo extorsionaron para entregarle su carrito medio desvalijado, con placas cambiadas, por 6 mil "fuertes", que no tenía y tuvo que pedir prestado, pues el carro no estaba asegurado porque este año le había ido mal y no tenía ni para la inicial, y el cuento terrible que escuchamos a diario. Más allá de las lecturas al tema del robo de vehículos, la corrupción y delincuencia policial, y todo lo que viene con el paquete, porque el tema no es blanco y negro, sin embargo, me sorprendió su corolario: "pero dentro de todo, aquí vivimos sabroso". ¿Cómo es la cosa? "Claro que sí, aquí uno todavía puede hacer lo que le da la gana". Y así es la cosa.

No importa lo que pase, lo que nos pase, lo que hagan mal nuestros gobiernos, líderes políticos, etc. O todos aquellos que sin ser gobierno hacen o dejan de hacer bien sus trabajos en detrimento nuestro (y ojo, que estamos re-cansados de escuchar los mil y un cuentos al respecto de los malos servicios y maltratos que recibimos de cualquiera que se nos pase por delante), y contando que también nosotros podemos estar del lado que maltrata a veces, que es nuestro día a día. Pero no importa si la mayoría de los servicios públicos o privados no funcionen o que nos pisoteen, porque en el fondo "aquí uno puede hacer lo que le da la gana", incluyéndonos. Ese es nuestro aliciente. Ese es nuestro encanto (por supuesto, añádale las mejores playas del mundo, el mejor clima, el Salto Ángel, la gente más noble, los Navegantes del Magallanes y los Gloriosos Leones del Caracas).

También es nuestra cuota de comodidad. Porque si por un lado me pisan, estoy seguro que tendré por donde salirme, saltando una que otra talanquera o dándole algo pa'l fresco a alguien. O en otro caso seré yo el que pise, y así balanceamos. Y las opciones de balance son muchas. Hace un par de días escribía en twitter que nuestra democracia es como una tranca por un semáforo dañado a la hora pico. No es que no haya democracia, como el semáforo, dañado pero ahí está. Y como el sistema no funciona, todos tenemos el mismo derecho a cruzar según cada quien pueda. A la hora de la chiquita, lo importante es que yo pase, no importa cómo, me quejo del semáforo, me quejo de todos los que están intentando pasar primero -igual que yo- y ahí podemos perder todo el tiempo del mundo. Y no, no hay manera de que mi buen amigo me convenza de que eso es "vivir sabroso".

Y no quiero decir con esto que debamos vivir deprimidos y frustrados con la vida, resignados y desanimados porque no hay quien viva en este país. Para nada. Lo que hay es que dejarse de terapias y palmaditas en el hombro. Lo que hay es que activarse, porque se me ocurre que mientras no seamos capaces de sacrificar esas cuotas de "comodidad" en favor de un bien común, y que ese cambio no va a venir por decreto de ningún gobierno o gerencia, y sí desde nosotros cuando dejemos de ver en cada atropello al otro y a uno mismo una "oportunidad", entonces esto comenzará a ponerse bueno y, quien quita, a vivir sabroso, como Dios manda.

4 personas osaron a comentar este artículo:

pimpina dijo...

Muchas veces he oídos "cantar las alabanzas" a Venezuela exactamente con ese mismo argumento, que me horroriza.
Excelente.

Emily dijo...

Ese "acá podemos hacer lo que nos de la gana" no me parece tan terrible. Hay lugares en el mundo donde cualquier cambio, cualquier mínimo cambio, es imposible, todo es rígido, ya todo esta hecho, ya las cosas son como son. Acá no.
Por eso pienso que si hay un país capaz de componerse es este. Somos un pueblo adaptable, con buen humor, creatividad y con buena actitud.

Acá se puede hacer lo que nos de la gana porque esto no esta terminado todavía, no estamos atornillados a una formula ancestral de hacer las cosas ni tenemos dogmas insuperables que domar.

Podemos ser lo que nos de la gana. Podemos cambiar, solucionar, burlar la desgracia y los inconvenientes. Aun podemos crearnos.

Claro, esa plasticidad patria también se presta al chanchullo, a la viveza, al oportunismo; que serían expresiones negativas de esas mismas características que a la larga nos salvarán como sociedad.

Alfredo Calzadilla dijo...

pimpina: es una gran terapia. Mi tío dice que es como las madres que pasan toda la vida diciendo que sus hijos son unos genios y los chamos lo que sacan es 11, 13, raspan, etc. Que el autoestima no se sube "instalando" frases positivas, sino cambiando los hábitos, acompañando al chamo para que mejore el rendimiento, etc. En fin, tenemos trabajo duro.

Emily: El problema es justamente lo que dices al final, que es donde creo que estamos, lamentablemente. ;-)

Chicas, gracias a ambas por pasarse y comentar.

Aerogaby dijo...

A mí lo que me da la gana es ir al cine y salir a las 12 de la noche y regresarme tranquila a mi casa sin pensar que me pueden atracar... y eso, aquí, no lo puedo hacer ni loca

Me da la gana de caminar por la calle hablando por celular... tampoco puedo...

Me da la gana de ponerme unos zarcillitos bonitos... mejor ni se me ocurra...

you get the point :(

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