Mi tío siempre dice para explicar por qué los venezolanos estamos como estamos, y más aún como prueba irrefutable sobre nuestra condenación (perroooo...), es que un país que no sabía qué hacer con su propia basura no iba a entender jamás qué hacer con su país (palabras más, palabras menos). Mi mamá añadía su corolario, alegando que no tenemos cultura de "cariño a la casa", es decir que nos preocupa mucho tener un buen carro, tener una buena pinta, aunque la casa se nos caiga encima, no importa dónde vivas. Y por consiguiente, si no le pones cariño a tu casa ¿cómo le vas a poner cariño al país donde vives? Claro, son generalidades, y seguramente conocemos más de una excepción -lo cual indica ciertamente que son solo eso, excepciones dentro de un universo de 26 millones.
Y es que uno sale a la calle y no cómo refutar. Si abres la puerta del cuarto de basura en tu edificio, verás que poco importan los pipotes: la basura estará regada en el piso, cercano a la puerta. Vas manejando y ves cçomo tranquila y rampantemente la gente bota cualquier cosa por la ventana del carro, hacia las aceras, o al monte (es monte, no basurero, son dos palabras distintas). Incluso los que botan latas y/o botellas como si no hubiera otro carro detrás de ellos y uno tiene que ir esquivando -con el peligro que eso trae-.
Mis preferidos son los que, como si la ciudad fuera un gran baño, tranquilamente paran el carro y se orinan en las paredes, a la vista de todos los que pasen. Ahora, uno no sabe si a pesar de todo dar gracias a Dios porque solo orinan... ¿imaginan que la cosa se ponga peor y también desahoguen otras necesidades? Yo me pregunto si en sus casas igual mearán las paredes, o en la cocina. ¿Qué hacer con esta gente?
En fin. Hace algún tiempo hicimos una campaña en la radio sobre la basura, en la que es eslogan era "si no te encargas de la basura, la basura se encargará de ti". A estas alturas, ya no sé si nos importa... o si mi tío tiene razón y somos unos cochinos condenados.
Y es que uno sale a la calle y no cómo refutar. Si abres la puerta del cuarto de basura en tu edificio, verás que poco importan los pipotes: la basura estará regada en el piso, cercano a la puerta. Vas manejando y ves cçomo tranquila y rampantemente la gente bota cualquier cosa por la ventana del carro, hacia las aceras, o al monte (es monte, no basurero, son dos palabras distintas). Incluso los que botan latas y/o botellas como si no hubiera otro carro detrás de ellos y uno tiene que ir esquivando -con el peligro que eso trae-.
Mis preferidos son los que, como si la ciudad fuera un gran baño, tranquilamente paran el carro y se orinan en las paredes, a la vista de todos los que pasen. Ahora, uno no sabe si a pesar de todo dar gracias a Dios porque solo orinan... ¿imaginan que la cosa se ponga peor y también desahoguen otras necesidades? Yo me pregunto si en sus casas igual mearán las paredes, o en la cocina. ¿Qué hacer con esta gente?
En fin. Hace algún tiempo hicimos una campaña en la radio sobre la basura, en la que es eslogan era "si no te encargas de la basura, la basura se encargará de ti". A estas alturas, ya no sé si nos importa... o si mi tío tiene razón y somos unos cochinos condenados.
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