31 de diciembre de 2009
¿El Fin de la Década?
10 de noviembre de 2009
Seguridad Fashion (ampliado)
7 de noviembre de 2009
Argumentación y respuesta.
En primer lugar quiero pedirle disculpas, porque en principio asumo que el 50% de lo que tal vez no entendió de mi post es en efecto mi responsabilidad. Y no tengo ningún prurito en asumirlo así. Mi artículo no era en contra del Sr. Benecci, sino en desacuerdo con un par de ideas puntuales que presentó. Por eso no me dediqué a insultarlo como persona, y sí traté de argumentar contra esas ideas, lo cual no me parece pecado ni motivo de rabia. Es simplemente mi argumento contra el suyo. Ambos tenemos el mismo derecho a tener ideas distintas. Pero para explicar mejor mi punto, pues entiendo que hubo algo que omití, partiré esta vez desde lo que comparto con Benecci.
Estaría de acuerdo con Benecci que nuestra educación es bastante mediocre. Comparto que el uso de nuevas tecnologías es recomendable, y no solo el videobeam, hay que meterse en internet, abrirse cuentas en Facebook, en Twiter, revisar videos en Youtube que puedan ser útiles para ilustrar ciertos contenidos, escuchar canciones pertinentes para reflexiones académicas o de la vida misma y pasárnoslas con los alumnos por bluetooth o qué se yo cuántas cosas, hacer juegos de búsqueda en internet sobre temas (en páginas serias que no sean elrincondelvago.com, por ejemplo), y en eso nuestra educación es mediocre, aún no hemos descubierto el poder que tiene la tecnología, al contrario, a veces tnemos una barrera y no entendemos que en ese mundo se mueve el conocimiento actual de nuestros chamos. Y no solo a nivel de escuelas. La cosa pasa hasta en la universidad. Y allí comparto también con Benecci el punto del Liderazgo educativo. ¿Se imagina la conexión entre los estudiantes y sus maestros si el maestro anda en "la misma" onda que los chamos? y en la línea que usted resalta diría ¿Se imagina todo lo que podemos aprender de lo que le pasa a nuestros estudiantes compartiendo esos espacios y la oportunidad de hacer una buena orientación no solo académica, sino también de vida, ya en los espacios presenciales? La cosa se pierde de vista, y nosotros aún no lo vemos, hablando a modo general bueno, empezamos por recordar el decreto presidencial de gastos suntuarios en el que incluye los gastos de uso y ampliación de redes y servicios de internet en instituciones públicas -incluyendo las educativas- en el rango de "Lujo", y según ese decreto en "prescindible").
2 de noviembre de 2009
"Y el loco soy yo!"... decía el merengue aquel.
Hoy me pasó algo realmente difícil de procesar, incluso en toda esta situación-de-país que todos los días se bate a duelo con nuestra capacidad de asombro. Resulta que mi urbanización tiene dos acesos desde la avenida. Uno de ellos tiene dos portones, uno de entrada y uno de salida, y que es para los propietarios que pagan condominio. El otro acceso, a escasos 500 metros, es de brazos y permanece abierto la mayor parte del tiempo, porque hay un centro educativo. Pues resulta que últimamente se ha vuelto costumbre en el acceso de propietarios que la gente usa el portón que esté abierto, sobre todo quienes no tienen control, causando no más de una incomodidad a quienes lo usamos en las direcciones correctas.
Por eso hoy al mediodía llegaba del trabajo y abro mi portón de entrada, y cuando estoy a mitad de portón una señora en un carro gris se detiene delante de mí para "salir por la entrada". Yo todavía le abro con mi control el portón de salida, para que salga sin problema, y le hago seña para que salga "por la salida". Mi sorpresa es que la señora me dice (por señas) "¿Por qué? Ella iba a salir por por allí (por la entrada)". Pensé que no había entendido y todavía le hago seña con el control que la "salida" estaba abierta. Pero no.
Ya me desencajaba la señora, que me veía con esa cara que traduce "Este hijueputa me abre el portón de salida cuando yo lo que quiero es salir por la entrada". Yo que pude haber sido realmente "hijueputa" y no abrirle ningún portón y mandarla directamente al otro acceso. Pero no. Entonces, aprieto el botón del control una vez más, para que la salida se abra de nuevo y le hago seña para que entienda, porque la cosa ya era personal. No podía creer que esta señora no entendiera que le estaba haciendo la cortesía de abrirle el condenado portón de salida para que ella saliera!!! (lo repetitivo es adrede). Y he aquí que a la doña no se le ocurrió otra cosa que sacar un estuche de maquillaje y ponerse colorete en los cachetes!!!
Entonces, adelante tan solo un poco para que el portón de entrada pudiera cerrarse, y esperé a que el portón de salida también se cerrara. Luego me acerqué lo suficiente a la puerta del carro de la señora y le dije bien fuerte, seguro de que me oyera: "Por malcriada y bolsa ahora va tener que dar la vuelta hasta el otro acceso, para que aprenda". Me monté en mi carro y avancé hasta mi edificio. No sin esperar un tiempo a ver cuánto tardaba el carro en pasar. Efectivamente 2 minutos después el carro gris de la señora pasó frente a mí en dirección al otro acceso. Presumo que no llegó más nadie a entrar "por la entrada".
Creo que el punto está claro. Cada vez nos importan menos las normas. Querer hacerlas cumplir es incluso más difícil. Porque además es un signo de debilidad para el que la infringe: todo el mundo lo puede hacer y ahora viene este a decir que no yo no puedo. Debe ser por eso que la señora del carro gris no aceptó la cortesía de que le abriera el portón. Lo que preocupa es que si no somos capaces de seguir las más básicas y mínimas normas de convivencia en nuestra comunidad, y no caer en cuenta de ello cuando un vecino nos llama a capítulo... ¿qué estamos esperando de nuestras autoridades y gobernantes?
3 de octubre de 2009
El ciego que da palos, y el que le da el garrote.
4 de septiembre de 2009
#NoMasChavez o #NoMasQuién?
25 de julio de 2009
Puede ser que esto no le guste a mucha gente. #freemediave
21 de julio de 2009
Cuando no sabemos si la ficción supera la realidad (o al revés)
El otro día fui al cine con mi esposa y mis sobrinas a ver Hotel Para Perros. El asunto es que comienzan los trailers y no se escucha nada. Todos en la sala esperamos hasta que vino el segundo corte y seguía sin escucharse sonido alguno. Se me ocurre salir a avisarle a algún empleado del cine que hay una falla en la proyección y el muchacho me dice, sin pensarlo mucho, que “no me preocupara, que era normal que no hubiera sonido al inicio de los cortes, porque eso era una prueba que se hacía, y que en unos minutos comenzaría a sonar, que regresara a la sala tranquilo”. Como si yo no hubiera ido al cine nunca. Y aunque fuera la primera vez, este muchacho simplemente decidió que su flojera era más importante que el derecho de todos los que en la sala queríamos ver –y escuchar, ente caso- nuestra película, con trailers y todo.
Y es que muchas veces tenemos la oportunidad de que el cine no solo nos entretenga un rato con historias que son “de mentira”, y aunque algunas estén basadas en hechos reales, psicológicamente ponemos una barrera entre lo que le pasa a esos personajes y nuestras realidades. Es decir, lo que pasa en la pantalla, no nos pasa a nosotros. Pero muchas veces, más allá del entretenimiento, el cine nos da el chance de darnos una cachetada de realidad. Como en este caso.
Era inevitable sentirse como Angelina Jolie en “El Sustituto”, la película de Clint Eastwood sobre una madre que pierde a su hijo y la policía le devuelve otro niño y quiere hacerle creer a la madre que se trata del suyo. No importa cuánto trató la madre de explicarles a la policía, al médico, al psiquiatra que ese no era su hijo, cosa que además era facilísimo de demostrar –más allá, incluso, de la palabra de la madre-. Y este es un caso de la vida real, ocurrido en los Estados Unidos de los años 30’s, aunque la situación extrema es tan difícil de creer, tanto así como el chamo del cine que en vez de ir a avisar a la sala que la proyección fallaba, pensó que era más fácil convencerme de que si la película “no sonaba” pues era lo más normal.
“El Sustituto” de Eastwood, aparte de la protagonización de Angelina Jolie con su nominación al Oscar, y el acompañamiento del siempre impecable John Malkovich, es más que una recreación de un hecho terrible de asesinatos y corrupción policial, es una de esas películas que nos ponen a pensar en el país que tenemos hoy día. Un país en el que “la autoridad” no tiene mucha capacidad de respuesta. Y ojo, que puse el ejemplo de la proyección para que no piensen que me refiero a las “autoridades de gobierno”. Entendamos “autoridad” como cualquier persona que tenga la posibilidad y el deber de darnos respuestas. Igual que en el cine, puede suceder si usted reporta una falla de línea telefónica el técnico podrá insistir que la falla es de su aparato y no de la línea, así haya probado usted con otros teléfonos; si usted mete el carro al taller para que le cambien el parachoques y el carro sale con la bomba de gasolina dañada, el mecánico hará lo imposible para convencerle que ya esa falla la tenía, así la verdad sea que le estafaron. Por supuesto, es imposible dejar de lado las afirmaciones ministeriales aquellas de que “no hay escasez, es que la gente tiene más poder adquisitivo y agota los inventarios”.
Sin embargo, algo que me encantó en “El Sustituto” fue no solo el tesón de la madre por desafiar las instituciones que fuera necesario y siempre por las vías regulares, so pena de las más brutales represalias y vejaciones, y sin flaquear, sin pensar nunca que “eso no se va a resolver”. Y para eso hay algo indispensable: la solidaridad. Pero no la solidaridad pasiva de la compasión. Hablo de la solidaridad activa. La maestra de la escuela, el pastor de la iglesia, el locutor de la radio, hasta la “loca” del manicomio que es capaz de someterse al castigo del electroshock para defender los derechos de una desconocida, que no es “su problema”, pero lo hace suyo. Incluso el policía –curiosamente latino, en la película- que desafía a sus superiores cuando “huele” que algo está mal en la investigación –mejor tarde que nunca-.
Pensaba yo, cuando haciendo colas “madrugoneras” en la Inspectoría de Tránsito, el fiscal de turno decide poner arbitrariamente un “requisito nuevo” para tramitar algún documento, y uno protesta, otros que están en tu misma situación se quedan callados porque “puede ser que a ellos no los reboten”. Y los rebotan.
Lo bueno es que no todo está perdido. A pesar de mi cuasi apocalíptica introducción, “El Sustituto” también nos plantea esperanza, como el mismo personaje de Jolie lo dice cuando descubren a un niño sobreviviente de los asesinatos: “este niño me ha dado algo que antes no tenía, esperanza”. En la justicia, en que vale la pena insistir, en que vale la pena tener claro lo que queremos (podríamos decir como ejemplo, el tipo de respuestas que queremos de nuestras autoridades). En que resolver “mi problema” puede convertirse en un precedente para que otros no pasen por lo mismo que yo. Incluso puede ser que la solución de “mi problema” pase por resolver los primero los problemas de otros (como las reclusas del manicomio, que es una de las secuencias más dicientes de la película, a mi juicio).
Aunque esta sea una película que ya no está en las carteleras, bien vale la pena revisar, en cualquier rincón de alquiler, y no solo verla más de una vez, sino comentarla, con los amigos, con nuestros hijos, a ver cómo nos reflejamos en la terrible pero esperanzadora historia de Christine Collins y la Policía que le devolvió un hijo que no era el de ella.
30 de mayo de 2009
El Debate del Siglo
19 de mayo de 2009
Mala leche con homofobia
16 de mayo de 2009
Educación de avanzada.
24 de febrero de 2009
Un punto azul pálido
"Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es casa. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que amas, todo aquel que conoces, todo aquel del que has oído hablar, cada ser humano que existió, vivió sus vidas. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de confiadas religiones, ideologías y doctrinas económicas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de la civilización, cada rey y cada campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada esperanzado niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí – en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.
La Tierra es un muy pequeño escenario en una vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades visitadas por los habitantes de una esquina de ese pixel para los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina; lo frecuente de sus incomprensiones, lo ávidos de matarse unos a otros, lo ferviente de su odio. Nuestras posturas, nuestra imaginada auto-importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el Universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.
Nuestro planeta es una mota solitaria de luz en la gran envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que la ayuda llegará desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí. Colonizar, aún no. Nos guste o no, en este momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad y construcción de carácter. Quizá no hay mejor demostración de la tontería de los prejuicios humanos que esta imagen distante de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amablemente, y de preservar el pálido punto azul, el único hogar que jamás hemos conocido.”
-Texto y foto tomados de Wikipedia.