Mi estimado profesor Carlos Eduardo, en la universidad, comentaba con frecuencia sobre preguntas bobas típicas de los periodistas. El ejemplo clásico era sobre el hombre al que le explotó el sobre-bomba en la mano, y que la periodista (de cuyo nombre no quisiera acordarme, pero me acuerdo) le preguntó "¿Qué sentiste cuando te explotó el sobre en la mano?"... ¿Qué respuesta se espera uno? De repente, la periodista esperaba una reflexión sensiblera como "tristeza porque mi país estaba cayendo en ese tipo de prácticas terroristas que afectan siempre a los más inocentes, como yo, pues". Nooo, ¡es obvio! Al hombre le explotó una bomba en la mano, ¿qué va a sentir?¿Cosquillas, acidez, picazón?
Ahora, en tiempo de camapaña electoral es típico que salga una pregunta como esta: "¿Cómo le está yendo en la campaña?" Hasta ahora no he visto a nadie que diga al aire "Oye, la verdad es que nos está yendo mal". A todos los candidatos les va bien, todos están recibiendo el apoyo entusiasmado del pueblo, la gente está entendiendo las propuestas de cambio, en fin, ponga usted los maravillosos resultados que quiera. El problema está en que después de la respuesta no hay confrontación de datos. Simplemente pasamos a otra pregunta.
Es una práctica, en todo caso, complaciente. Puede que busque "romper el hielo" y que el candidato se sienta en confianza respondiendo algo a su favor -tipo palmadita en la espalda-. Puede ser una pregunta de doble filo para el candidato, porque también se sabe por otros medios cómo le va realmente.
Para mí, definitivamente es una pregunta de doble filo para el periodista que la hace.
Ahora, en tiempo de camapaña electoral es típico que salga una pregunta como esta: "¿Cómo le está yendo en la campaña?" Hasta ahora no he visto a nadie que diga al aire "Oye, la verdad es que nos está yendo mal". A todos los candidatos les va bien, todos están recibiendo el apoyo entusiasmado del pueblo, la gente está entendiendo las propuestas de cambio, en fin, ponga usted los maravillosos resultados que quiera. El problema está en que después de la respuesta no hay confrontación de datos. Simplemente pasamos a otra pregunta.
Es una práctica, en todo caso, complaciente. Puede que busque "romper el hielo" y que el candidato se sienta en confianza respondiendo algo a su favor -tipo palmadita en la espalda-. Puede ser una pregunta de doble filo para el candidato, porque también se sabe por otros medios cómo le va realmente.
Para mí, definitivamente es una pregunta de doble filo para el periodista que la hace.
0 personas osaron a comentar este artículo:
Publicar un comentario